Deconstruyendo la noticia
Por: Mailyn Machado / Cuba
Qué
Cuatro reportes audiovisuales pueden verse en las pantallas de los televisores de la sala. Los cuatro llevan el sello familiar del sistema informativo de la televisión local. A pesar de que es imposible encontrar en ellos algún indicio de falsedad, algo dispara en nosotros el síndrome de la duda y nos hace preguntar: “¿Pero es de verdad?”Recortes de la realidad informativa es una muestra de artes visuales que apenas se ve. Entre cuadros de Mata, en uno de los pisos superiores de la Casa de las Américas, sin créditos visibles y con la Joven Estampa como preámbulo, su fisonomía más que artística parece casual: un salón de espera en el que se transmiten fragmentos de un noticiario especial. Sin embargo, esta puesta en escena de lo ordinario nos remite de forma casi inmediata a la ironía que ella es. Las famosas guagüitas de cinco pesos, los estragos de “el corta cara”, las afecciones de un brote de papera y los debates culturales de los últimos meses en torno a la aplicación de la política cultural del país, aunque hechos vividos, no son noticia para la prensa insular. Pero lo que desata la sospecha no es el suceso en sí: esa mezcla discreta entre ficción y realidad. Lo que en estos trabajos importa supera el deseo de inducirnos a la ansiedad esquizoide por saber cuáles son los límites de la Verdad, para hacernos pensar en el aquí y el ahora de la información.
Quién
¿Cómo se construye la Historia? ¿Cómo una nación? En ese entramado de voces que es una sociedad, ¿cuál de todas posee el grado sumo de legitimidad?En “Informes de hechos vividos” es el eco del rumor popular el que se hace escuchar. El que se cuenta en las esquinas, el que circula de boca en boca por toda la ciudad. Ahora, la ficción que de él resulta se ha convertido en verdad. Jesús Hernández, el artista, no ha ido a las instancias autorizadas para comprobar su autenticidad, sino que, como todos en el día a día, ha reconstruido los hechos con las diferentes variaciones del relato popular. Lo que nos ofrece, no es más que la representación periodística de lo que en la calle hemos oído ya.En el último reportaje, en cambio, los relatos que sirven de fuente son de otra cualidad. Personas y hechos reales conviven con personajes y fragmentos de historias de ficción. Pero una ficción que es ahora la construcción elevada de la creación artística y cultural. De ahí que nos resulte tan real.Los debates de los últimos meses en torno al llamado “Quinquenio gris” de la cultura nacional, aunque aún vivos, tienen profundas raíces históricas. En un contexto como el nuestro, en el que la crítica al presente se desvía hacia el pasado o la actualidad internacional, el arte ha sido el refugio por excelencia de la reflexión. A él pertenecen las fuentes que el artista y los guionistas han elegido. Las únicas capaces, porque son su archivo, de arrojar historia “Sobre un vacío periodístico”. A fin de cuentas, como evoca el cierre de esta pieza, “somos identidad porque somos memoria”. Pero a pesar de la convocatoria intertextual, estos Recortes de la realidad informativa no tienen el sabor de la erudición. No son el fruto del ejercicio intrincado del arte que habla dentro del arte con sus distintos vocabularios. Son las voces sociales vivas entre las voces, más sus ecos, las que a través de ellos se hacen escuchar. Todos juntos, resonando en un diálogo múltiple dentro del canon de la imagen oficial.
Dónde
Estas obras navegan entre extensas lagunas informativas, mas no por eso su interés es tender puentes. Cierto es que los jóvenes periodistas que completan el equipo de trabajo colaboran de una manera especial. El arte, otra vez, les ofrece una oportunidad única, junto al ejercicio metafórico de hacer pensar, lo que es más importante: el simulacro vívido de la responsabilidad periodística a la que aspiran. Pero el arte es sólo arte, no puede transformar la realidad. Éste, que de ingenuo nada tiene, opta por mostrar y darnos a conocer, no lo que sucede más allá de él, sino lo que debemos aspirar a ser. Es por eso que la lectura de estas obras es intrincada. Nos remite, una vez superada la inmediatez, al roce solapado pero visible de los textos que en ellas confluyen. Porque su intención es menos revelar los acontecimientos que se reseñan, que mezclar los discursos desde los que se construye su enunciación. Oralidad, narración popular, literatura alta, ficción cinematográfica, debates públicos, entrevistas, géneros periodísticos de la información. Estructuras superpuestas en un resultado aparentemente homogéneo que se expone a viva voz.Ahí, en esa orgánica encrucijada de confluencias, y no en el evento, es donde se arma el real sentido de la exposición. Real, por ser éste el punto focal para la lectura precisa. Real, porque el relato que de aquí surge se acerca más a la imagen compleja que es nuestra realidad.
Cuándo
La noticia habla en presente pero es una advertencia de futuro. Es inmediata pero filtra el pasado. Su tiempo es transitorio pero sólo en la medida que proyecta lo histórico. Lo que ella privilegia se transforma en realidad; lo que de ella perdura, en memoria colectiva. Esta muestra propone una narración de nuestra historia en curso. Una narración que siendo en apariencia la misma, resulte esencialmente otra, subalterna y complementaria. No es por eso una exhibición periodística, aunque sí integra lo mejor del arte de la información. Aquel cuyo mérito radica en su labor social. El que refleja, cual espejo de concavidad profunda, las zonas más conflictivas y ocultas de la realidad. El que pregunta y, sin tapujos, nos devuelve nuestro destino y la raíz de su por qué.