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Políticamente imperfecto. Entrevista a Jesús Hdez-Güero

Por Camila Londoño / Colombia

 

1.Cuéntame un poco de tu vida.  ¿En qué momento decidiste escoger el arte como un medio poderoso de comunicación? y ¿cómo fue la experiencia de estudiar en la Academia de San Alejandro y en el ISA?

 

Diría que, desde que tengo uso de razón, o parte de esta, he estado sumergido en el espectro del Arte. Siempre dibujé, sin tener conciencia desde cuándo. Y creo que nunca la tendré. Por este sentido, pienso que nunca tuve tiempo de escogerlo, pues ya había sido escogido por él. Y esto fue algo muy interesante. Sólo una persona fue capaz, o tuvo la visión, de hacerme entender, es decir, concientizar a los 9 años que estaba atrapado por el Arte: mí querida abuela. Desde ese entonces, supe que ser artista era una posibilidad tangible en mi vida y que era una profesión, por ende, una responsabilidad. A la cual hoy, le dedico mi vida, mejor dicho, es mi Vida.

Mi etapa estudiantil, tanto en la Academia de San Alejandro como en el Instituto Superior de Arte (ISA) fue bastante intensa. Pienso que más por el incentivo académico o pedagógico que tenía ambas instituciones fue por la seriedad y el empeño con que asumí estas etapas. Sin quitar la frescura de todo adolecente que comienza a adentrarse, a nivel técnico y profesional, en su pasión. Ambos periodos tuvieron particularidades distintas y diferentes tipos de intensidad. San Alejandro fue un periodo más volcado hacia la “vivencialidad” del proceso de aprendizaje, por la furia de adquirir un buen oficio mediante la aprehensión  de la técnica, en este caso, en el mundo del grabado. Donde la precisión y la limpieza dentro de mí práctica creativa se hizo una obsesión. Todo surgía desde una fluidez total, con un impulso y ritmo vertiginosos. Era más intuitivo y menos racional, conceptualmente hablando. Característica esta que cambió, de manera inesperada, y finalmente aceptada, durante mi etapa en el ISA y mis estudios paralelos en la Catedra de Arte de Conducta impartida por Tania Bruguera. En que las preocupaciones artísticas eran menos técnicas y más conceptuales, es decir, cómo abarcar una fuerza conceptual en mis propuestas y un alcance más amplio a nivel social, donde el espacio artístico se me comenzaba a presentar como una plataforma de expansión para desarrollar preocupaciones socio-políticas que venía arrastrando como individuo y que solo procesaba a nivel de pensamiento. Entones, mi práctica se volvió menos intuitiva y más consciente y crítica. Áspera.

 

 

2.  ¿Qué tipo de cosas te inspiran? (lugares, momentos, personas, artistas, situaciones…)

Me inspira el Mar en todos sus estados posibles. Me inspiran las dificultades, las contradicciones y las incomodidades sociales. También la simplicidad de las cosas y las complejidades humanas. Hay muchas cosas que me inspiran, pero desde hace tres años nada me inspira más que mi hija.

 

3. ¿Qué clases de historias narras a través de tus obra y cuáles son algunos de los conceptos detrás de tus propuestas artísticas?

Nunca trato de narrar historias, pero sí trato de “historizar lo que nos historiza”, aunque no sé si aún lo he logrado. Es una obsesión que ha devenido en concepto, en una constante en mi obra y que he dicho en otras entrevistas. Me interesa más el “cómo” se narra, que lo narrado. El arte no debe ser anecdótico, ni contar historias, sino conceptualizar sobre cómo se ha narrado y se narra la realidad y su Historia o “las Historias”, y qué hacemos con ella. Si somos realmente los que narramos y hacemos la Historia, o simplemente, estamos siendo narrados por ella.

 

4. ¿Cuál es el proceso que llevas a cabo para articular el concepto y la obra? ¿Hay investigación, experiencias vividas, encuentros o pensamientos que aparecen de forma contundente a la hora de crear?

No tengo un proceso determinado ni una metodología identificable o definida a la hora de articular un proyecto específico. Cada uno tiene exigencias distintas y procedimientos diversos que no se circunscriben a una tendencia o esquema de trabajo predeterminado. En algunos casos, me introduzco en un tiempo de investigación extenso porque necesito determinada información o relaciones sociales e intercambio para desarrollar una propuesta y que ameritan de este proceso. Otras veces, solo es suficiente pequeñas operaciones o el uso de mi computadora para, con una simple intervención en una imagen o texto, lograr una obra. Casos en que el viaje en sí mismo es un elemento neurálgico, fundamental, insustituible para que la obra se constituya. También me ha ocurrido que surgen ideas hechas y derechas de un flashazo, donde no tengo que resolver muchas cosas, más que hacerlas y punto. Y eso me encanta porque no existe una monotonía o prejuicios en mi proceso de trabajo y hace que esté constantemente en movimiento y en nuevas y distintas situaciones a la hora de crear. Me dejo llevar por las ideas y a ellas me entrego, las cuales desarrollo de la manera más efectiva posible según sus exigencias y mis objeticos con ellas. Soy un resultado de mis ideas y no ellas de mí.   

 

5. ¿Cómo descubriste la materialidad y los medios que utilizas como elementos claves a la hora de comunicar un mensaje potente?

Hay obras que solo pueden llevarse a cabo de una manera, con un medio o una materialidad determinada porque si no, dejan de ser para convertirse en otra cosa. Esas son las que me interesan. El primer espectador al que debe comunicar o impactar una obra es al propio creador de esta, a cualquier nivel que sea. Si esto no sucede, la obra no se ha concluido, es decir, completado. Lo potente del mensaje de una obra en específico, se debe a la efectividad de la misma, y esto depende de la utilización del medio y la materialidad correcta. Y le agregaría un tercer elemento: el contexto. Quien hace que la obra se active y genere en el espectador significados específicos, más no del todo “locales” o menos “universales”. Contundentes y de peso. Hace que una obra no flote en una “nada absoluta” o se convierta en una “burbuja” que se pierde en el aire, hacia donde quiera se dirige y cualquiera revienta.

 

6. Desde tu punto de vista ¿por qué vale la pena tomar los fenómenos sociales para transformarlos en arte y comunicarlos al mundo?

Más que transformar los fenómenos sociales en arte es hacer del arte un fenómeno social. Es replantear, restructurar, reorganizar los patrones culturales y de comunicación, de intercambio y relaciones sociales existentes y llevarlas a otras formas posibles, o por lo menos,  a otras posibilidades de comprensión, utilización y vivencia de la realidad misma. Si el arte no transforma directamente la realidad, sí modifica e incentiva a que las personas lo hagan o comiencen a cambiar la manera de percibirla, interpretarla y convivirla. Y ahí se encuentra el valor real del Arte como hecho social en sí mismo, y mi intención dentro de este.   

 

 

7. ¿De dónde nace esa sensibilidad relacionada al poder, la violencia, las memorias? ¿Tiene tu país natal algo o mucho que ver con tu desarrollo artístico?

Nace de ser parte de un país víctima de la politización, la violencia psicológica y la Historia como discurso mediático del poder. De un contexto en el que cualquier pensamiento posible, es imposible en sí mismo de no ser politizado. De que un movimiento en “falso”, paralelo u opuesto sea intimidado, violentado, devorado por el poder. Poder que hace de la memoria histórica un imaginario social que se vive como un presente continuo y un futuro innegable, “en el que se repite lo mismo y se hace la nada. Un futuro que está por revivirse, y no por vivirse”. Ha sido una sensibilidad adquirida y desarrollada por defecto, y de la cual no puedo librarme. Y es improbable que pueda hacerlo jamás.  

 

 

8.  Y Venezuela. ¿cómo te ha influido?

Paradójicamente, es una prolongación de dicha sensibilidad, en este caso, a una situación geo-política un tanto distinta, pero a la vez, familiar. El complemento perfecto, aunque accidental, para seguir desarrollando todo lo relacionado al poder, la censura, los medios de comunicación, la violencia, la memoria histórica y que ahora se me presenta en otras magnitudes e instancias, lo que hace que adquiera otro nivel e intensidad mi obra. La otra cara de una moneda que ya conocía y trato de “reutilizar”. 

 

 

9. ¿Qué tipo de reacciones esperas por parte de quienes miran o admiran tu obra?

Una reacción de incomodidad y cuestionamiento, aunque siempre no lo logro cuando me lo planteo, y a veces sí, cuando ni siquiera me ha pasado por la mente. Que se sientan removidos, desestabilizados, más no acariciados y satisfechos. Que se traslade a un estado de inconformidad y que logren agitar las convenciones sedimentadas en su cerebro sobre lo permisible o no en el arte, y lo ilimitado de su alcance. 

 

 

10.  Se que tu trabajo es amplio, pero, en una corta frase o frases, ¿cómo describirías tu trabajo?

Políticamente imperfecto. 

 

 

11. ¿Qué viene ahora? ¿Hay algo en proceso que vayamos a conocer pronto?

En una obra que se encuentra aún en proceso, titulada: “Una Nación en pocas palabras”, y tendrá dos versiones, de las cuales una ya está terminada. Ambas se pudieran presentarse en forma de publicación o instalación. Quizás ambas. Aún no está definido.

En cuanto a proyectos personales de exposición estoy en conversación con mi Galería en Caracas para el 2016 y otras cosas de las cuales los mantendré al tanto…

 


12. ¿Cómo es ser artista en Cuba y cómo es ser artista en Venezuela?

Ser artista en Cuba es donde lo he sido siempre. Es tu tierra, donde te vieron nacer y crecer, y aun estando “fuera” de ella, estas dentro. Y eso, es inseparable. En cambio en Venezuela, es donde he comenzado a serlo y no lo había sido antes, aunque a partir de ahora, lo sea siempre. Pero en definitiva, se es artista donde quiera porque es una condición personal y no geográfica. Son los mismos requisitos tanto de una parte como de la otra o de las “otras”. Venezuela es un territorio del que no soy y nunca seré totalmente, aunque quisiera, y donde siempre seré de otro lugar. Donde sigues siendo: artista cubano.

 

 

13. Cómo reaccionó el público venezolano frente a Las armas no matan  y Capital sin nombre?

En Las armas no matan las reacciones fueron bastante diversas, desde lo lúdico, algo que nunca pensé que suscitaría la obra y que a muchos niños que visitaron el espacio comenzaron a interesarse por los casquillos de balas en el piso como elementos para jugar e interactuar desde la ingenuidad y el goce, hasta reacciones opuestas como el repudio y choque por varios espectadores que desembocaban en un dialogo anecdótico de experiencias que habían tenido resultado de la violencia armada, al ser secuestrados o atacados en diferentes ocasiones. En fin, las reacciones tuvieron que ver más desde el punto de vista sensorial, que de lo racional o analítico del fenómeno social del que aborda la obra. En Capital sin nombre el público reaccionó más racionalmente, con interés en conocer sobre Cuba. Esto hizo que se activaran ciertas conexiones contextuales y diversas reacciones del público con respecto a una realidad cubana que no conocían, pero que existe, en un panorama venezolano donde el “cubano” y “Cuba” ha alcanzado en el imaginario social un grado alto de sensibilidad e interés. De preocupación. Pienso que la exposición resultó en un lugar donde se generó una experiencia “relacional”, un terreno común donde el público se sentía habitante de las dos realidades: la que vivía (Venezuela) y la que veía (Cuba). 

 

 

14. Esto es simplemente curiosidad. Soy colombiana, así que me intriga saber si te llama la atención desde un punto de vista artístico el contexto nacional colombiano el cual ha estado sumergido por años en una guerra interna más que compleja. 

Es un contexto que siempre me ha interesado, aunque no he tenido la oportunidad de ir. Casualmente este año estuve participando como artista invitado en la III Bienal de Bucaramanga con la obra Minutos de odio contra sí mismo (2014-2015), pensé que era la oportunidad de visitar y establecer ciertas conexiones pero por cuestiones burocrática y migratorias no se logró que viajara. Lograr un proceso de investigación en Colombia que desembocase en una exposición personal o un proyecto colectivo, sería fantástico. Aun espero la ocasión, o quizás, deba comenzar a buscarla…

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Texto publicado en la Revista Digital: srcorchea.com

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